domingo, 3 de febrero de 2013

Un te quiero y un adiós



Esta carta sería para ti y sé que no la vas a leer, por eso, la escribo aquí.

Recuerdo que nos conocemos desde hace muchos años y siempre ha habido algo que nos ha unido: la autonomía de cada uno en su vida. Ya desde esas épocas no había nada que nos llamara la atención y al menos a mí, me costaba encontrarte interesante.
Pasaron los años y la vida nos hizo conocernos y entonces sí que me vi atraída por ti  me encantan tus ojos y esa sonrisa de niño travieso y tu físico de gimnasio, me gustaba que fueras tímido, me empezaste a gustar de verdad.
Y un día, sin más, nos encontramos solos en mi cama dándonos besos y cariños, primero sin tener idea de donde íbamos con esto y a la vez contenta de que estuvieras ahí  enroscado en mi cuerpo y hablándome de ti sin tapujos. Fue el inicio, lo más bonito, la etapa de enamorarse y vaya si caí, y contenta de ello.

Los meses caían del calendario  pronto íbamos cumpliendo meses, a tu manera, ya que mi costumbre era celebrar que estábamos juntos de una manera especial, ahí me dí cuenta de que somos diferentes y no lo tuve en cuenta.

Te fuiste y quise seguirte, por mi cabezoneria que iba a estar ahí  Tu decías que tenias que pensar y que era complicado, yo pensé que ese pensamiento tuyo era por el miedo al compromiso que en realidad es que te morías por estar conmigo como me pasaba a mi. Me dí cuenta por otros contactos que mi fantasía o deseo se iba fulminando a base de pequeños disgustos: comentarios acerca de otras chicas, privados con otras, ver sentirte más cómodo con algunas otras y al comparar (error mío) me sentía rabiosa y te llamaba en mi estado más celoso, cosa que no ayudaba en nada y cada vez me sentía menos yo y más tu, pasando de mi y aferrándote a ti, me difuminé pensando que al final acabarías viendo como soy.

Me ponía de los nervios cada vez que me nombrabas a alguien, me ocultabas muchas cosas, por no enfadarme decías y sentía mucha desconfianza. No sabía que pasaba, si estaba teniendo un ataque de celos o es que realmente no querías que yo supiera de ti  Se mezcló tu incapacidad de entenderme con mi inseguridad y eso desembocó en una etapa triste, justo cuando te marchaste a hacer tu curso.

Me armé de valor, de orgullo y de esperanza y vivía más en el futuro que en el propio presente. Me dí de lleno a ti  solo estabas tu, no había nadie más a mi alrededor. Si me llamabas para quedar, dejaba a mis amigos, iba a casa y corriendo al aeropuerto. Si tenía la ilusión porque te habían asegurado que podrías verme, me llamabas diciendo que no era así y me sumía en una tristeza fuera de lo normal y así pasaban las semanas y los meses.

Me dijiste que no te entendía y que no querías hablar conmigo porque yo no te podía ayudar, por eso nuestras llamadas sólo eran cortas y amables, nada sustanciales, como una obligación que se ha de hacer y no por la alegría de escuchar al otro.

Volviste, todo infeliz, triste y agrío. No viniste a mi 30 cumpleaños, no viniste a verme hacer cosplay, tus excusas eran que estabas mal y tenias otras cosas en mente. No diste tu mano a torcer y yo lo permití.
Permití que te fueras a ver a tu familia siempre sin decirte que podías pasar unos días conmigo ya que hacía tiempo que no nos veíamos. Fuiste tajante y dijiste que no era el momento, sólo pensabas en ti, sólo en ti.

Una vez me quisiste dejar y vi que lo tenías claro, me comentaste "sé que no puedo hacerte feliz" y yo te contesté "déjame a mi lo que crea que me hace feliz y lo que no" y ante eso, me dijiste que lo sentías mucho y que me querías, que seguías conmigo. No entendí bien que era lo que pretendías, tampoco llegaste a contármelo.

Tras esto y unos meses de aqui para allá, empecé a tener problemas de riñón  de migrañas, de espalda... tuve ansiedad y me recetaron antidepresivos porque estaba triste y las emociones me bloqueaban. Estoy pasando por una formación de trabajo personal muy cañera y parto de eso, que todo me afecta y para eso estoy estudiando.

Cada vez me costaba más el irte a ver, ya sea por el autobús o por como estábamos los dos juntos. Empecé a notar que no había ya esa magia del principio y que tampoco teníamos claro que haríamos en un futuro. Miento, tu si que lo tenías claro, seguir en tu puesto hasta que hicieras de nuevo el curso y luego quedarte en Madrid. Me llevarías contigo, eso sí, pero no se te ocurrió pensar que quería yo. Ahí también me meto yo como responsable porque estaba más contenta en que me llevases donde fuera que en mis propias necesidades. Te dije que sí, adelante, nuestro futuro sería ese. Esperar hasta un nuevo trabajo para ti.

Y durante estas navidades y haciendo introspección de porqué me pasaban tantas cosas a nivel físico me di cuenta que estaba descuidandome a todos los niveles. Quería ir en autobús aunque estuviera cansada de la semana y me doliera la espalda y riñones. Quería pasar tiempo contigo aunque fuera malo para mi salud. Me sacrificaba para verte aunque no fuera lo más saludable y todo eso me pasó factura.

La factura fue que tuve que pensar, reflexionar y tomar tiempo para saber qué me estaba ocurriendo. Te estaba amando demasiado, te estaba dando mi vida, mi amor y mi salud sin pensar en mi. Me estaba enfermando por el miedo a no tenerte y que me dejaras, me estaba destrozando por infravalorarme en comparación con tus ex novias y amigas.

Entonces, llegado el momento en que me explicas en que te vas de vacaciones y no piensas en mi en ellas, diciéndote claro que me duele, decides irte porque te apetece hacer tu plan. Me volvió a doler y en vez de sacrificarme y darte mi amor incondicional de nuevo, pensé en mi.

Pensar en mi fue maravilloso, pude darme cuenta en que erraba y era, precisamente, en no decirte la verdad, en no poderme a mi primero, en que yo soy la más importante y que mi opinión vale igual que la tuya.
Tu no me incluiste en tus vacaciones por lo tanto, yo pensaría cual sería necesidad más importante cada día.

Y este mes lo tenía ocupado en hacer cosas que para mi eran prioritarias como quedar con mis amigas, quedar con mis primos, quedar con Silvia, celebrar el Carnaval y hacer taller de Gestalt. Me dí cuenta que dentro de esas prioridades no estabas tu y me sentí triste, no tenía la confianza como para presentarte a mis primos ni para que compartieras Gestalt y menos obligarte a que vinieras de Carnaval.

He pecado en ser totalmente incondicional y dejarme llevar por ti, eso es cosa mía, lo elegí yo y no te hago responsable de ello. Pero ahora, que me veo con más fuerza y menos ganas de sacrificarme por amor, tengo la suficiente valentía de decirte que no quiero ese futuro que "habíamos" formado juntos.

No quiero dar mi vida laboral y mis amistades a ti, que no eres capaz de incluirme en tus vacaciones ni tampoco tienes la valentía de explicarme tus emociones. Sigues siendo inaccesible y solamente ves tus propias metas, no ves una vida en conjunto vista desde otros puntos.

No quiero seguir siendo la que ama demasiado, la que dice que sí, la que da soluciones para que lo nuestro funcione sin ver cambios. No quiero cambiarte pero si, poder hacer una relación juntos diferente que no es lo mismo y a día de hoy, no quiero sacrificarme por ella.

No quiero seguir contigo, no quiero rallarme pensando porque no eres cariñoso, porque no muestras a los demás lo mucho que me quieres, porque eres tan reservado en lo personal sabiendo que yo era la persona que más querías.

No quiero seguir estando con alguien que no me dice las cosas por miedo a que me enfade, que no es valiente en afrontar que si es como el quiere ser lo diga y lo demuestre, no que tire la piedra y guarde  la mano. Que intenta darme lecciones, que te comportes como un padre, que necesito cambiar, madurar y ser domada como muchas veces me has comentado. Porque no me has aceptado como soy e intentas cambiar lo que soy.

Y ante esto, una carta de despedida que me ha generado mucha pena, melancolía  recuerdos bonitos y otros con mucha rabia. He hecho lo que he podido y te he amado más de lo que pensaba. Me quedo con ello, en que estos dos años he aprendido de ti, de mi y de nuestra relación, no ha sido tiempo perdido.

Ahora y durante tiempo emprendo un camino en solitario, pensando por y para mi, sacrificándome por mi, intentando ser tal como soy, sin frenos, viviendo, expresando y cuidándome lo más posible.

Eso es lo que quiero y a ti, que cumplas tus sueños, te lo mereces.

2 comentarios:

  1. Sabes, creo que lo que explicas es algo que todos hemos vivido alguna vez y aunque tardemos en darnos cuenta, por lo menos conseguimos ver que lo importante es ser nosotras mismas y encontrar a alguien que lo acepte tal cual. El camino en solitario tiene sus altos y bajos, pero también tiene un aprendizaje personal que merece la pena. ¡Ánimo! ;)

    ResponderEliminar
  2. Guapa, me he sentido muy identificada leyéndote, me acordaba todo el rato de Toto, y el vacío emocional, con esa forma de querer rayando el masoquisto y un amor incondicional hacía alguien immerecido, al final, nunca eras lo suficiente importante para compartir vacaciones, amistades, proyectos...lo siento, pero eso no es una relación sana, ni de verdad, me alegro de que hayas tomado las riendas de tu vida y que hayas sido tan valiente, porque dejar queriendo es una de esas cosas que más dueles. Lo importante es que vas a estar bien, muy bien, así que adelante.

    ResponderEliminar

¿Qué me cuentas?