martes, 5 de junio de 2012

Dificil



Imaginate que sueñas en que tu mismo estás en una habitación cómoda, con luz, con una cama muy grande y te ves a ti con un martillo y un panel de madera intentando clavar las ventanas (amplias, espaciosas, luminosas) para que nada ni nadie entre dentro de ese espacio tuyo, incluso sintiéndote bien de poder estar haciendo eso. Eso, para cualquiera sin ser psicoanalista, signfica que cada vez me estoy encerrando más en mi y esa pereza emocional me invade hasta dejarme sin ganas de hacer un esfuerzo de salir de mi propia mente.

Porque hoy, ahora, me siento totalmente confusa, cansada y desmoralizada ya que nada me sale bien o como yo quiero que salga y aun es más jodido saber que gran parte de esa responsabilidad es mía, porque el ciclo que sigo (por muy desesperante que parezca, es asi) es hacer cosas, poner energia, actuar, contactar y cuando tiene que llegar la valorización, es cuando aparece la sombra oscura de pasar de mi misma y me martirizo diciéndome que no valgo nada y que para eso, mejor ni empezar. Nula sensación de sentir, vamos y eso es lo que no quiero.

Es como una inercia que me dice que no me deje llevar por lo conocido, lo fácil, que es pasar de mi y de todos, abandonar, tirar la toalla y vendarme los ojos con culpas y hacerme daño. No lo pienso hacer. Prefiero sentir el dolor mientras hago fuerza contraria y salgo para adelante, como una adulta a no quedarme niña y sufrir por no hacer. Decido el dolor de sentir y responsabilizarme al castigo de las culpas y el remordimiento. Duelen igual pero lo primero es sano y regenerador, lo segundo, patológico.

Y mañana volverá a salir el sol.

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