Cuando era una adolescente vivía más feliz que una perdiz, luego pasaron los veinte tantos estudiando, trabajando y yendo de un sitio a otro. Empieza la treintena ¿qué será de mi?
sábado, 3 de marzo de 2012
De niña pensaba...
De pequeña me encantaba hacer pompas de jabón y las veía como algo mágico, con esos colores tan del arco iris que me era difícil no amarlas. Ahora las hago con mi sobrino y me encanta volverlas a ver, tocar y sentir, son y siguen siendo para mi algo lleno de fantasía.
Recuerdo también que tenía una lista de cosas que me gustaban, de hecho lo encontré en un juego ochentero del que me entusiasmé y pasaba horas jugando: el Master Mind. También tiene que ver los colorines, creo que de siempre me han encantado todo lo relacionado con lo multicolor.
En esa lista, ponía:
- Quiero ir a Hawai
- Quiero un abrigo de visón muy caro
- Tener una casa con jardín y piscina
- Tener 100000000000000000000000000000000000000000000 millones de pesetas
Quizás tenia 5 o 6 años y es que yo ya apuntaba a ser de clase alta, una chica uptown girl que canta Billy Joel y para nada me veía como una chica obrera, yo quería ser rica y millonaria. A saber de donde me llegaban esas ideas, seguro que mi familia tuvo algo que ver y la televisión. Por aquel entonces daban Falcon Crest y Belleza y Poder, por lo tanto, puede ser que me creyera de sangre azul.
Ahora mismo leyendo esos pretenciosos deseos, me veo tan superficial que me hace reír. Cuando somos pequeños se nos inundan de deseos relacionados con el status social y el dinero, para nada nos paramos en pensar en el cariño, el amor y la pasión. Como niños, eso no nos importa, es mejor pensar que seremos grandes médicos cirujanos, profesores, ingenieros de camino y veterinarios. Todo éxito, todo dinero, todo positivo e impulsividad.
Cuando vas creciendo y te vas mirando por dentro, introspectivamente, te das cuenta que ya no quieres ser veterinario porque no puedes optar a un trabajo fijo o quizás lo tuyo no es ser un cirujano vascular sino una trabajadora social o quizás un soldador, quien sabe. Lo que es seguro es que ya ni quieres ir a Hawai, ni tampoco te interesa un abrigo de visón y menos todavía puedes pagarte una mansión con piscina. Bastante tienes con tu alquiler y llegar a final de mes.
De todo esto, de haber regresado a mi pasado, a mi niñez y ver lo que quería, mis pasiones me dan ganas de poder hacer un viaje y decirle a esa niña: muy bien aunque me gustaría que te vieras más a ti misma. Seguro que empezaría a escribir que me gusta comer donuts, que me gusta nadar y hacer gimnasia rítmica y que me quiero casar con el chico de 4C que me vuelve loca. Sería algo mucho más normal y la achucharía, porqué sé que eran esos mis deseos verdaderos, no los que me querían inculcar.
Ni pude hacer gimnasia rítmica (mi madre pensaba que me dejarían enana, cosas de ella), ni tampoco me apunté a ser nadadora profesional, aunque si que sigo siendo una devoradora de donuts. Tampoco me casé con mi noviete de cuarto aunque me hubiese gustado, me sigue flipando cuando recuerdo las tonterías tan pueriles que hacíamos a esa edad (pero eso a nadie le importa).
Mi niña interior me gusta y me dice que deje de hacer el tonto y salga ya de una vez de la coraza de hielo, porque sino, me voy a perder el final de mis 29. Arreando.
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Pues has caso a tu niña interior que esa te conoce bien y aún así muchas la ignoramos.
ResponderEliminarCreo que todos queríamos ser ricos de pequeños y tener una profesión de prestigio y ahora al leerte me parece que es verdad que quienes me trajeron esas ideas no fui yo si no los adultos que había puesto en mí sus expectativas.
Mis sueños eran como los tuyos, yo quería ser cantante, tenista o bailarina, pero mi madre considero que eran mucho más útiles las clases de inglés.
Lo bueno de todo esto es que a los treinta somos nosotras las que decidimos a donde queremos ir, y que lo material se ha quedado en un cajoncito y lo que de verdad a una le interesa es encontrar el amor de las personas en cualquier rinconcito.
Claro que si Rebeca, cada vez que cumplimos un año más, lo material se transforma en emoción, en sentimientos, ahora me creo más aquello que dice "la felicidad no lo encontrarás en los demás, sino en ti mismo". A mi si que me da igual tener x millones, bueno un poco más si claro, pero no es imprescindible. Cuando el dolor de tu corazón te pide calma y cariño. ni el abrigo, ni el viaje caro ni siguiera un anillo de diamantes es capaz de curarlo.
ResponderEliminarMe encantan tus comentarios, besitos bella!
Pero por supuesto!! coraza de hielo?? sal de ahi ahora mismo!! el hielo es horroroso!! da frio y quema a la vez!! para mi un espanto!!
ResponderEliminarA mi el hielo solo me gusta en las copas! Si puede ser en una margarita mejor!
Y porque solo de niña?? prueba hacer pompas de jabon..siguen siendo igual de preciosas!! eso no ha cambiado te lo aseguro!!
Es que ahora estoy en una etapa apatica total, me cuesta salir y hace dos fines de semanas que Tomo me llama para ir por ahi, que me siente distante y es cierto. Prefiero quedarme en casita y leer a salir, cosa muy rara en mi. En fin, espero que la época de mis pompas de jabón y ser alegre vuelva, eso sin, (guiño a Rebeca) sin sertralina xD
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