domingo, 26 de febrero de 2012

Historias Nuestras



Judith conoció a su amor cuando apenas tenía 13 años y se enamoró tan locamente que se dejó a si misma y se tatuó en su propia piel que jamás estaría sin el. A día de hoy, sola, se arrepiente de lo que hizo pero no lo que hizo por el sino de no haberse visto antes que se la estaba llevando a su deriva. Cuando se dio cuenta, reflexionó y lo dejó por un motivo muy importante: ya no era ella, sino, un objeto moldeado a su antojo.






Rubia dejó a su marido, con 9 años de relación, porque estaba harta de confabulaciones y paranoias. El no confiaba en ella y aunque tenía razón ya que Rubia le fue infiel, los celos se hicieron insoportables. Ya no había amor, solo reproches y malas caras. Aunque ella le explicara los motivos de su infidelidad: algo va mal, no me siento bien contigo, tenemos que empezar de cero... El no la escuchó, encegado de orgullo y rabia. Se dejaron, no funcionó nada para resolver los problemas. A día de hoy, Rubia está buscando su camino sola, esperando encontrarse y olvidando las cosas que le han hecho dejar a personas que quería y las que la defraudaron.



Daphne estaba viviendo con alguien que apenas sentía un cierto apego y muy poco amor, se sentía dependiente de alguien que no luchaba por ella. Invirtió energía y mucho dinero en que la cosa fuera bien aunque era una crónica de un "fracaso" anunciado. Ella siguió luchando aunque cuando se dio cuenta de que la cosa estaba tan mal que no había manera de encauzar sus vidas, decidió dejarlo. Nada se podía hacer cuando no existe amor y menos cuando se sentía engañada y manipulada. Ahora, en estos momentos, se acuerda de esos días lejanos y piensa lo mucho que ha recorrido sola y con ayuda de su gente y piensa que quizás ahora si esté con una persona que la hace vibrar, aunque tiene dudas de que sea de verdad su gran amor. Eso lo verá con el tiempo.




Chang se dejó llevar y se fue en un viaje con retorno por países que no conocía con una compañía que no le era grata pero quería experimentar el salir de su cubículo de ciudad y ver mundo, lo hizo y se sintió encantada de ella misma. Supo poner límites a su acompañante y conoció que para ser feliz sólo se necesita ser una misma y vivir las cosas que la vida te pone delante. Disfrutó tanto en ese tiempo de viajes en solitario que ahora lo echa de menos, ahora que vuelve a su agenda diaria y a su rutina y de vez en cuando, recordando viejos y gratos momentos, le gustaría dejar su sitio en su ciudad aburrida e irse y borrarse de su mundo habitual. Le falta valentía aunque está a un paso de hacerlo, si tuviera medios y menos miedo lo haría, ella me lo ha comentado miles de veces y no sería una locura, simplemente, encontrarse de nuevo con sí misma.

Son pequeños fragmentos que me cuentan mujeres con las que tengo confianza y me hacen pensar que somos mucho más fuertes de lo que creemos y que podemos hacer y conseguir lo que queramos, con esfuerzo, paciencia y con seguridad.

2 comentarios:

  1. Ohhh!! eso sin duda!! lo que pasa que hay veces que las cosas que vivimos nos marcan.
    Yo me pegue los dos primeros años de casada con mi negro pensando que habia gato encerrado..como iba a ser tan genial estar con un hombre??

    Pero no salio ningún gato por ningún lado.
    Y ahí!! a la vida bien buena, vien rica bien chevere!! je

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  2. Me alegro! Si es que después de andar tanto y ver tantas cosas, no te fías de cualquiera eh? Que dure mucho la felicidad con tu negro, guapa!!!

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