martes, 29 de enero de 2013

Si quiero, yo soy Harpía




Harpía, dícese de la figura mitológica mitad mujer y mitad águila que robaba maliciosamente la comida de todo aquel que se preparaba para comerla. Un castigo impuesto por Zeus, claro, para quedarse con la miel en los labios. De ahi que alguna vez se le diga a una mujer "de tan mala que eres pareces una harpía". Parece ser que el significado es totalmente negativo aunque como en todo, es relativo.

Porque me estoy dando cuenta que tener una parte harpía no está nada mal y sirve para tener la energía suficiente (o la valentía) de ponerme en mi sitio, espalda erguida y hombros hacia atrás, pecho fuera, talones pisando fuerte. Esa es la imagen mía siendo harpía, con mirada al frente, contactando, sin ocultarme, sin vacilar. Toda autoridad, control y mando y por ende, autocontrol y auto-apoyo reflejado en mi postura y mirada.

Agota ser harpía, aunque sólo sean por momentos. A mi siempre me ha gustado más ser la acuchable y buena niña que a todos encandila con su sonrisa de Heidy. Y por ello me he llevado disgustos, por permitirme estar en ese lado que a veces, es contraproducente. No echo la culpa a nadie, me responsabilizo yo misma de lo ocurrido y lo que no.

No quiero mentirme y digo abiertamente que esa "niña buena" me ha llevado a tener y hacer muchas cosas, no voy a concretar aunque repito que es un recurso más y muy mío.

Yo también puedo ser harpía, se me puede oir gritar, enfadarme y luchar por mis propias creencias y valores. Eso es lo que me gusta, lo que no me gusta son las manipulaciones y lo enrevesadas, por no decir perversas que puede llegar a ser algunas harpías.

Y ante todo, divertirse, mostrarse y expresar.

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